María, de una manera única, sufrió voluntariamente junto a su Divino Hijo cuando dio su vida para salvar al mundo, y sintió la amargura de su pasión como solo una madre puede.
ORACIÓN
¡Oh! mi Santísima y Dolorosísima Virgen,
que tanto sufriste en la pasión y muerte
de tu amado y venerado Hijo:
¿Quién mejor que tú para comprender
mi angustias, mi sufrimiento y mi dolor?
Compungido, acudo a ti en tan difícil circunstancia,
porque todo lo he perdido
y ya no tengo manera de sostener a los míos,
solo mi fe en ti y en tu ayuda
puede hacer que se cumpla el milagro
que tanto ansío y necesito
cuando me encuentro vencido por las deudas,
agobiado por las necesidades,
deprimido y ya sin fuerzas para seguir luchando.