¡Oh Madre de mi Dios!
¡Oh María mi Señora!
De la misma manera
que se presenta a una gran Reina
un pobre llagado y andrajoso,
me presento a Vos,
que sois la Reina del Cielo y de la tierra.
Santa María, Madre de toda Misericordia,
acudid en auxilio de este pobre pecador.
Desde el excelso Trono en que estáis sentada,
os ruego que no os desdeñéis
de volver Vuestros Ojos hacia este infeliz pecador.
Por esto Dios os ha enriquecido tanto
para socorrer a los pobres,
y os ha constituido Reina de la Misericordia
a fin de que podáis aliviar a los que sufren miseria.