Sea por siempre bendito y alabado
el Gran Poder de Dios
manifiesto en la figura
de su Celestial Hijo
Nuestro Señor Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero,
que vino a la Tierra
para la redención de los pecados
de todos nosotros, los hombres.
El Gran Poder de Dios me valga,
la fortaleza de la Fe de Jesucristo, me acompañe,
La purificación sea conmigo.
Santísimo Gran Poder de Dios,
no me abandones en las circunstancias adversas,
antes bien, se mi protección y mi escudo
ante las malas acciones e influencias
de todo enemigo visible e invisible.
El consistorio de la Santísima Trinidad
quebrante la fortaleza de mis enemigos,
para que no me hagan mal ni a mí,
ni a mis hijos, ni a mis bienhechores.
Jesucristo Dios y Redentor mío,
que al mundo desde la Cruz venciste.
Vence a todos mis enemigos
por la muerte que tuviste.
Amén.
Después de hacer esta oración
hágase la novena de San Miguel.
(Esta oración se repite tres veces
empezando con un credo y terminando con otro credo)
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